Los trastornos de atención son cada vez más comunes en los niños, un problema que pocos padres saben atajar, y que tiene una solución divertida y sana en prácticas como el entrenamiento del ‘mindfulness’, una combinación de yoga y meditación.
La timidez, la apatía o el fracaso escolar son algunos de los síntomas de la falta de atención, problemas que padecen muchos niños y que les causan estrés a ellos y a sus familias, que se suelen ver impotentes a la hora de dar a sus hijos la motivación necesaria para centrarse en los estudios o cualquier actividad cotidiana.
Sin embargo, más que un problema, esta circunstancia es una oportunidad perfecta para que pequeños y mayores descubran los beneficios de una práctica milenaria como el yoga que, junto con la meditación, se ha convertido en la nueva obsesión ‘healthy’ bajo el nombre de ‘mindfulness‘, un término estadounidense, tomado como sinónimo de ‘atención’.
Ahora, este entrenamiento se practica desde casa gracias a guías como “Atentos y contentos. Mindfulness para niños” (Ediciones Martínez Roca), un libro pensado para padres y educadores que quieran enseñar a los niños a concentrarse mejor de una forma amena, sin crear alarma sobre la aparente falta de interés de los niños.
“La dispersión es un signo característico de la mente del niño”, explica entre sus páginas el autor, Ramiro Antonio Calle, escritor consagrado de obras de “autodesarrollo” y director del madrileño Centro de Yoga Shadak, donde lleva más de 45 años enseñando a personas de todas las edades a cuidar su salud física, mental y emocional.
Aunque sea un concepto relativamente nuevo, el ‘mindfulness’ se basa en métodos de entrenamiento importados en su totalidad del antiguo Oriente, “en especial, de la psicología budista y el yoga”, una filosofía que Calle transmite mediante explicaciones sencillas y breves relatos que muestran los beneficios de actuar “meditativamente” en todos los momentos del día.
En sus 15 capítulos, este manual explica a los adultos los beneficios de entrenar la atención desde edades tempranas, incluso si no se tienen problemas graves, y algunos ejercicio básicos, que van desde posturas de yoga hasta la visualización, una especie de juego de imaginación que ayuda a “controlar” los estados de ánimo tanto positivos como negativos.
Yoga y meditación para niños sanos y contentos
Los entrenamientos propuestos por Calle comienzan con lo que ha denominado “ejercicios dinámicos conscientes”, movimientos típicos en los niños como saltar, bailar sin coreografía, moverse como un “muñeco desarticulado” o andar y detenerse en seco, que trasladan la concentración y el calentamiento tradicional al campo de los juegos.
A continuación, la rutina pasa a posturas que se acercan progresivamente al yoga, desde el árbol, en la que los pequeños se mantienen sobre una pierna con los brazos en alto, hasta otras más exigentes, como el columpio, que consiste en elevar las piernas y los brazos, sosteniéndose en las nalgas y formando una ‘V’ con el cuerpo; ambas idóneas para potenciar el equilibrio y la capacidad de focalizar.
A pesar de sus beneficios, el ‘mindfulness‘ no es milagroso, por lo que Calle considera básico cuidar los hábitos, como tener una alimentación sana y suficientes horas de sueño, o aprender a controlar la respiración, además de estar rodeados de un buen ambiente, de hecho, no duda en señalar las “neurosis” de los adultos como la causa principal de la falta de concentración en los menores.
Para introducir al niño en estas prácticas, el autor recomienda no “adoctrinarle” ni “presionarle”, sino intentar hacer que le resulten atractivas enseñándole posturas de yoga sencillas como el saludo al sol y prácticas divertidas como aquellas que trabajan el equilibro, lo que hará que, una vez haya probado, sea él mismo quien decida continuar.
Finalmente, Calle remarca que las bondades del ‘mindfulness’ no se reservan a una sola edad, y es que nunca es tarde para empezar a cuidar la mente y el cuerpo, un trabajo que se hace notar por dentro y por fuera, logrando una vida sana y equilibrada tanto a los 10 años como a los 50.
Fuente: efeestilo
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