Por su anatomía y continuidad con la columna vertebral, la posición de la pelvis es un importante factor a tener en cuenta en el paciente con dolor lumbar. Podemos hablar de dos grandes movimientos pélvicos que pueden modificar, aumentando o disminuyendo, la curvatura lumbar. En primer lugar, la anteversión se producirá cuando la pelvis rota hacia delante llevando a la columna lumbar a aumentar su curvatura (hiperlordosis). Por otra parte, en la retroversión la pelvis rota hacia atrás y la columna lumbar pierde su curvatura natural y se rectifica.
Isquiotibiales y posición de la pelvis
Podemos observar la pelvis como una polea de la cual los músculos traccionan para rotarla. Por su inserción en la tuberosidad isquiática (parte posterior e inferior de la pelvis) el acortamiento de los músculos isquiotibiales supone una tracción posterior sobre la pelvis que es rotada hacia atrás (retroversión). Como hemos comentado con anterioridad, esta situación conlleva una rectificación de la columna lumbar como se observa en la imagen superior.
Además, el acortamiento de esta musculatura impide o disminuye en gran medida los movimientos de anteversión que realiza la pelvis de forma natural provocando rigidez y disminuyendo la capacidad de flexión de cadera. A menudo, la limitación en la flexión de cadera es compensada con un aumento de la movilidad dorsal (hipercifosis) como podemos ver en las imágenes: A (movimiento sin alteraciones); B (compensación con híper-movilidad dorsal).
Todas estas alteraciones posturales a nivel dorso-lumbar provocan una mayor afectación de los discos intervertebrales debido a las mayores cargas que actúan sobre ellos y, por tanto, aumentando el riesgo de dolor lumbar y aparición de hernias, protrusiones y otras patologías.
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